Estoy pintando un cuadro para un Salón, y el otro día en la Escuela de Arquitectura de la UVM en la ciudad de Viña del Mar, tuve la oportunidad de presenciar una exposición de dos Arquitectos nuevos que nos presentaron lo que se puede lograr con el Diseño Paramétrico. Quedé anclado, por lo tanto solicité permiso para trabajar en el Taller de la Escuela. Llegué el lunes pasado luego de ir a Ritoque, una mañana redonda. Mi primera impresión era trabajar con un caballo ejecutado en los años de universidad y que tenía por nombre IPOLITO, no lo encontré, por lo tanto tuve que recurrir a mis registros. Buscando apareció una carpeta llena de caballos, al azar, elegí dos, ese ojo que sabe por la experiencia lo que puede generar una forma, sé que uno de ellos (el original), lo tiene mi hija Andrea. Estuve con Rodolfo, el encargado del Taller, en un programa de dibujo tratando de abstraer las figuras que luego se van a repetir, esta es una condición de algo que está implícito en estos tiempos, la productividad, esa loca carrera que no tiene sentido. Yo me pregunto ¿Por qué tanta aceleración por reproducir una imagen que luego vamos a desechar? Estoy asombrado de la cantidad de desechos que no reutilizamos, estamos provocando una tumba viviente en la superficie de nuestro planeta. Se han preguntado todos ustedes ¿Cuál es la condición de lo invisible? En este Tema estoy trabajando, por lo mismo a mi nombre le resté lo que sobra, ese trabalenguas que infinitamente no te deja expresarte, por lo tanto dije, Bem y luego lo repetí, Bem, así se formó esta superficie pintada por los gestos de mis manos, logrando traspasar lo que significa, los planos que se superponen unos sobre otros, figura y fondo. El láser cortó los cartones de prueba, el primer caballo fue rápidamente desechado de la misma manera que uno desecha una lavadora después de 12 años de servicio, ese ojo captó de inmediato lo que la mano puede dibujar, no es lo mismo que con un ratón, pero salió bien, unos segundos y grabó, otros segundos y pensó, los últimos segundos y cortó, varias series, varios cartones, así se trabaja, aperrado, sin dejar que la mente se extravíe, mientras más uno ejecuta una secuencia los pinceles se transforman y se enloquecen creando situaciones innovadoras. A todo el mundo le encanta innovar, y yo me pregunto, pero…….¿Todo está hecho? Creo que sí, lo que pasa es que no lo vemos, no dejamos que nuestra mente pueda resolverlo. Desde niño nos inducen a pensar, algunos escuchan con atención, pero son pocos los que se dan el tiempo de observar lo que no se ve. Este proceso de observación es un develar, correr el velo, esa tela que está inserta en nuestro cerebro mágico. Realicen la siguiente experiencia, piensen en la palabra árbol, luego con los registros de lo más profundo de su cerebro dibujen lo que expresaron, el resultado es el imaginario que algún día alguien les enseñó. Éste es el principio, ahora hay que salir a observar los árboles que son invisibles a nuestra percepción. La observación es la fuente de toda creatividad, la observación está en todas partes, nos rodea, nos abraza, con cariño, somos nosotros los que no disponemos nuestro cuerpo a disposición de lo invisible.
.Jorge Bremer, octubre 2015.